La tendinopatía de Aquiles es una afección que resulta muy problemática para un deportista, ya que suele ser una lesión crónica y en casos severos, puede suponer el fin de su carrera deportiva. Algunas investigaciones han demostrado que sólo el 37% de deportistas con tendinopatía de Aquiles confirmaron que sus síntomas habían mejorado después de 2 años de tratamiento convencional.
¿Qué es y cómo se produce?
Hasta no hace mucho tiempo, se consideraba un proceso inflamatorio (tendinitis), pero las actuales investigaciones han confirmado que esta afectación se caracteriza por ser un proceso degenerativo (tendinosis), que en algunos casos puede ir asociado a una inflamación del paratendón (paratendinitis) o envoltura del tendón.
Las causas de aparición de tendinopatía de Aquiles son multifactoriales. El origen común puede ser sufrir micro-traumatismos repetitivos que propicien una sobrecarga cíclica del tendón, consecuencia de una curación defectuosa y un tiempo insuficiente de recuperación (recordemos que el tendón tarda 7 veces más tiempo en recuperarse que el músculo) el tendón iniciará un proceso degenerativo tanto de las fibras de colágeno como de las propias células.
¿Existen factores de riesgo?
En efecto, se han asociado factores como la edad avanzada, el sexo masculino, el sobrepeso, la hipercolesterolemia e incluso variantes genéticas relacionadas con el metabolismo del colágeno.
¿Hay mayor riesgo en algún deporte?
Algunos estudios científicos recientes han confirmado que la tendinopatía de Aquiles es una lesión frecuente y común en los corredores, con una prevalencia de más del 50% y una incidencia anual de un 7% a un 9%. Los corredores que se inician a edades avanzadas tienen más riesgo de padecerla, entre otras cosas porque la calidad del tejido-colágeno es escasa y los mecanismos de curación o reparación del tendón están más alterados.
¿Cómo debe tratarse la lesión?
Lo habitual es realizar estudios con ecografía musculoesquelética para clasificar las tendinopatías de Aquiles en dos grupos: las hipovasculares y las hiper-neurovasculares, siendo éstas últimas las más dolorosas y de peor pronóstico. El tratamiento debe ser individualizado para cada caso.
Los centros que abogan por las terapias convencionales utilizan como tratamiento de este tipo de lesión los antiinflamatorios orales asociados a tratamientos de fisioterapia como los ejercicios excéntricos de los músculos gemelos y sóleo, ultrasonidos, ondas de choque, masajes transversos profundos, láser, punción seca, acupuntura, etcétera.
Para un tratamiento eficaz, hay que abordar dos objetivos principales: restablecer la biología y la biomecánica del tendón.
La técnica con la que conseguimos mejores resultados es la Electrólisis Ecoguiada (USGET o EPI).
Esto se debe a que consigue reducir la presión dentro del tendón, que junto a la eliminación del tejido degenerado, permitirá restablecer la presión adecuada de oxígeno para normalizar la homeostasis del tendón, restablecer el pH normal y activar los mecanismos moleculares anti-inflamatorios/regenerativos; esto propicia la sustitución del tejido conectivo degenerado por un tejido conectivo nuevo.
De forma simultánea al tratamiento mediante la Electrólisis, estructuramos un plan de rehabilitación con ejercicios en sobrecarga excéntrica con los mismos dispositivos de resistencia isoinercial utilizados en los mejores clubs deportivos y centros de alto rendimiento, el objetivo es mejorar y potenciar la remodelación del tejido-colágeno del tendón.
¿Se puede prevenir esta lesión?
El tendón de Aquiles está diseñado biológicamente para soportar grandes cargas de tensión, de hasta más de 1000 kg. Estas propiedades biomecánicas y biológicas se deterioran con la edad. Por este motivo, es necesario garantizar la optimización de estas cualidades biomecánicas, donde la unión músculo-tendinosa tiene un rol primordial.
Sabemos que el ejercicio excéntrico es capaz de provocar adaptaciones no solamente al músculo (consiguiendo una hipertrofia sarcomérica) sino a la unión músculo-tendinosa creando nuevas invaginaciones entre el músculo y el tendón de Aquiles, haciendo que ante las mismas cargas de trabajo el tendón de Aquiles tenga que soportar menos estrés, porque estas son absorbidas con mayor eficacia por el músculo. Por lo tanto, el ejercicio excéntrico será la mejor alternativa para la prevención de esta lesión.
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